By: Cristobalina Zaiz
Confucio decía: “Si tú quieres saber cómo anda la sociedad , debes preguntar cómo está caminando la familia”.
Cuando leemos la cruda realidad que nos plantea Touraine A. (1997) sobre la desaparición de la familia, la escuela y la iglesia como instituciones formales y formadoras de la sociedad, donde las tres son calificadas más bien como (cuadros sociales) cada vez más desestabilizados, por ende con menos carácter formador y transmisor de valores y normas sociales, nos preguntamos ¿Adónde vamos a parar?, quién va a educar en el clima de inseguridad y crisis que vivimos hoy, sería justo depositar sobre los hombros del maestro toda esta carga de responsabilidad social? Por supuesto que no es justo! Esta es una carga que por su envergadura debe y tiene que ser compartida con lo que nos quede de modelo familiar y con el tipo de sociedad que sea que nos haya tocado.
Si bien es cierto que ayer la familia era el agente educador y transmisor de valores por excelencia, hoy tenemos que admitir que es una amplia gama de factores los que intervienen para que ya no sea así, hoy educa o deseduca la televisión, el internet, la computadora con su tecnología de la información y la comunidad toda con sus buenos o malos patrones de comportamiento. Isabel López Verdugo y otros (2004) dicen en los resultados de la investigación realizada a 40 niños de escuelas de Sevilla, España, que “No es fácil ser maestro, pero tampoco es fácil ser padre o madre”, afirman que tanto la escuela tiene que aprender a trabajar con los padres, como éstos tienen que dejar a un lado su papel de críticos y meros observadores de las calificaciones de sus hijos y convertirse en protagonistas y actores junto con el maestro de sus hijos, los autores de la investigación antes citados afirman haber comprobado los beneficios en términos de aprendizajes y de socialización que se reportaron en aquellos niños que tenían el apoyo de sus padres y maestros. La capacidad educadora y socializadora de la familia se ha ido desmoronando y dejándole a la escuela la responsabilidad de orientar, dar amor y educar moral e integralmente al individuo en la sociedad, es hora ya de reasumir y compartir con la escuela y la sociedad este gran compromiso y responsabilidad. Antonio Bolívar (2006) en su trabajo sobre la escuela y la familia también afirma que si ambos comparten una misma cultura y unos mismos objetivos, ambos deben buscar medios de armonizar estrategias y proyectos de trabajo conjunto, de ahí la necesidad de que cada vez más se estrechen los lazos de comunicación, cooperación e integración y participación de la familia, la escuela y la sociedad. Es necesario un trabajo compartido, donde la familia, la escuela y la comunidad articulen la acción educativa y compartan la responsabilidad para formar el producto que esperan y que constituirá su relevo generacional.
Sugerencias De Involucramiento
Maestro, es tiempo ya de abrir la escuela a los padres y a la sociedad para trabajar con éstos, no de espaldas a ellos y sólo llamarlos para la juramentación de la asociación de padres, para reportar quejas o para una que otra reunión, tienes que romper con aquello de que el proceso E-A es terreno tuyo y solo tuyo. Si queremos acabar con la apatía y el desinterés de los padres por la educación de sus hijos, debemos involucrarnos y con responsabilidad de forma total. A nosotros nos toca buscar formas de participación auténticas para ellos, estas pueden ser:
– Formar redes de colaboración donde un padre bueno en matemáticas o en historia, etc., aporte sus conocimientos a aquellos padres de menor preparación académica para que puedan acompañar a sus hijos en las tareas escolares.
Convencer a los padres de lo beneficioso que es para sus hijos su participación e involucramiento con la escuela, con las tareas y con los proyectos de los mismos.
– Podemos usar las Escuelas de Padres y darle vida a las mismas, involucrando los padres en las ferias científicas, en los actos y festividades de la escuela, pero esta a su vez debe involucrarse también en las actividades de la comunidad, como son las jornadas de salud, de alfabetización, de siembra de árboles, de limpieza de los ríos y las cañadas y otras propias de cada contexto cultural.
– Abrir los canales de comunicación en ambas direcciones, de la escuela a la familia y de esta a la escuela, función que debe ser encabezada por los directivos de las escuelas como apoyo a la labor del maestro.
– Formar patrones de padres que pueden aportar sus ideas y proyectos, sus conocimientos profesionales o técnicos, así como su apoyo para buscar soluciones para toda índole escolar.
– Crear los comités de cursos sugeridos hace tiempo por el ministerio.
– Por último, maestros, deberemos abrirlos a los cambios, capacitarnos y sensibilizar para construir un clima escolar interactivo con la familia y la comunidad, así como para dejar de seguir añorando el alumno / ay el padre o la madre de ayer y aceptar las familias De hoy con sus De sus defectos y virtudes .